martes, 24 de julio de 2012

¿Por qué estudiar historia?



Hace algunos días un estudiante de primer semestre de historia, en un tono preocupado interrumpió la clase para preguntar si había un modo de realizar alguna actividad para lograr que más personas se inscriban al programa de Historia de la Universidad del Tolima porque siempre el número de inscritos es bajo. En ese momento no supe qué contestar y el asunto por varios días me dio vueltas en la cabeza...



Luego pensé que generalmente cuando se incentiva a alguien para que tome una decisión sobre la carrera profesional se le hacen notar los beneficios concretos de un determinado saber; en ese sentido, por ejemplo, quien escoge estudiar administración sabe que podrá emplearse en una empresa o hasta manejar su propio negocio, quienes optar por la ingeniería civil, por ejemplo, entienden que pueden vincularse en el futuro a la construcción de todo tipo de obras de infraestructura, siempre necesarias en cualquier país, pero ¿por qué estudiar historia?

Puede sonar un poco aventurado que yo, una comunicadora social, intente responder a esta pregunta, sin embargo, los comunicadores también somos responsables de como se construye y cuenta la historia de nuestro país, por eso intentaré avanzar en una posible respuesta y para ello primero creo conveniente aclarar algunos asuntos.

En principio puede resultar difícil decirle a un adolescente que por naturaleza está confundido, que no parece haber una razón práctica para estudiar historia, por lo menos no en el contexto del capitalismo que nos enseña que el fin de una carrera profesional es poder trabajar para conseguir dinero y con este, calidad de vida. Y no es que los historiadores la pasen mal, algunos en cambio son económicamente exitosos, pero mi intención es más profunda.

Lo que ocurre es que entender el sentido real de la historia y de la labor del historiador, no es posible si no nos pensamos un modelo de desarrollo distinto al que se nos ha impuesto. O mejor, la labor del historiador está por encima de las simples relaciones laborales que se construyen a través de otras carreras profesionales. Él tiene el compromiso de narrar a su país, de ayudarle a comprender su pasado para transformar el presente.

Vivimos en un país que, como la mayoría, ha sido narrado por los vencedores, que generalmente son un grupo mínimo de la población que ejerce su hegemonía sobre el resto. Por eso, hoy nuestras narraciones son hechas, en gran medida, desde los medios de comunicación, cuyo fin se enmarca en el desarrollo del mercado, por lo cual sus narrativas están más preocupadas por generar consumo que por escudriñar en el sentido de la realidad que vivimos.

Es en ese contexto en el que se instaura la necesidad de exaltar la labor del historiador: hay que estudiar historia porque habitamos un país que adolece de narradores inquietos, capaces de cuestionarse sobre la historia conocida para escribir otra, más cercana a las mayorías, ya no para favorecer los intereses de unos pocos, sino para construir el país que necesitamos todos.

Hay que estudiar historia porque no podemos seguir dejando en manos del capital la tarea de contar nuestra realidad pues seguramente la seguirá contando a su acomodo; hay que estudiar historia para revivir las voces de los vencidos, de las víctimas, de los dominados, de los que no han tenido vos ni ahora ni antes.

Hay que estudiar nuestra historia para modificar su curso...


jueves, 5 de julio de 2012

¡Querido pórtate como un salvaje!



Es probable que cuando usted lea esta frase pasen por su mente ideas muy diversas. Algunos quizá imaginarán un verdadero salvaje, rudo, atrevido,  uno de esos hombre que te hacen volar los botones de la blusa al desnudarte. También hay quienes pensarán en que se pide un hombre descuidado, desordenado o sin modales.

Pues bien, la idea es en realidad otra. Creo que muchas mujeres concuerdan conmigo en que la mayoría estamos cansadas de esos hombres que van a lo que van, que olvidaron la importancia de la conquista previa, a quienes ya no les importan esos detalles de fina coquetería que tanto nos cautivan a nosotras.

Ente los animales salvajes encontramos una amplia variedad de maneras a través de las cuales las  diversas especies cortejan y conquistan a sus parejas. Entre las aves, por ejemplo, desde extender bellos plumajes como lo hacen los pavos reales, o bailar como la paloma hasta conmover a la hembra, hasta construir bellos nidos como los gorriones o los pájaros tejedores.

Aquellos que llamamos salvajes parece que han pensado en todo. Los caimanes por ejemplo, atraen a sus hembras mediante un canto que sólo ellas pueden percibir. Pero ellos no son los únicos que acuden a la música para conquistar a su pareja, Las grullas canadienses, que se unen de por vida, realizan un canto y una danza muy elaborados para formar y fortalecer sus vínculos de pareja. Empiezan con un dueto largo y staccato, que se transforma en una danza explosiva en la que rueda, se encogen, saltan hacia arriba y baten las alas varias veces antes de caer a tierra.

Algo parecido ocurre con los cisnes, estos animales realizan  movimientos del cuello, giros laterales de la cabeza, emiten sonidos y hunden varias veces la cabeza en el agua. El acercamiento del cisne a la hembra y los movimientos que realizan juntos se parecen a un baile. A menudo los dos cuellos forman la figura de un corazón.

Entre los mamíferos encontramos el ejemplo del lobo ibérico que en la temporada de apareamiento, se vuelve muy cariñoso anticipándose al ciclo de ovulación femenino. Luego de formarse, la pareja de lobos se aleja de la manada. Los dos pasan un largo tiempo aislados en su luna de miel.

Pero esa galantería, afectuosidad, cariño, coquetería y sentido de protección que se observa en múltiples especies incluso de animales invertebrados, parece irse perdiendo con el tiempo entre los seres humanos. No obstante, aún podemos hacer algo para que esto no ocurra, por eso cuando ella te pida que te portes como un salvaje no te está pidiendo simplemente que seas indomable o tosco; en cambio, te pide que aprendas de los maestros animales y la cortejes, la seduzcas en eso que algunos llamamos momentos previos, que sepas conquistarla y por qué no, que le arranques la ropa y hagas volar los botones con apasionamiento.